Nos podemos imaginar a Rosa, en su casa, ordenada y cuidada. Una casa en la falda de un monte que le protege del mar, y con vistas a la ciudad, a su ciudad, que le vio nacer, crecer, y vivir. Una casa por la cual tuvo que luchar, trabajar, esforzarse…
Una casa que fue su HOGAR. Y es que, ¿qué hace que una casa sea un HOGAR? Seguramente para cada uno de nosotros, la respuesta sea diferente.
No obstante, podemos imaginar que Rosa lo tenía claro. Un HOGAR es un espacio que te da seguridad, que es tuyo, que refleja tu personalidad, que te hace sentirte tu, libre, sin aparentar lo que no eres, que te hace sentirte sola, que te hace sentirte acompañada… un espacio elegido, tuyo, adaptado, personalizado.
Rosa valoraba lo que ella tenía, y deseó que las personas mayores también lo tengan, al margen de dónde tengan que vivir por los cuidados que necesitan. Y eso es lo que hizo: dejar SU LEGADO A FAVOR DE MATIA FUNDAZIOA y que con ello, pudiéramos seguir generando HOGARES, El mismo que ella tuvo, el mismo que ella amaba, que disfrutaba por la ventana viendo la vida pasar…
Gracias Rosa
Situación del proyecto: Finalizado
Este legado llegó en un contexto de pandemia, una situación que ha hecho que tuviéramos que adaptar muchas cosas, una y otra vez: espacios, acompañamiento, conocimiento, protocolos… Protocolos y aprendizajes que fuimos documentando y poniendo a disposición del resto de personas y entidades que lo necesitaran también, y que ha sido de gran utilidad.
Todo ello ha generado una situación de mucho esfuerzo económico, con el objetivo de no bajar el nivel de acompañamiento y atención, de poder mejorar la norma y las exigencias mínimas, y que las situaciones de soledad que ha generado la pandemia, fueran lo más mínimas posibles. Que el HOGAR, siguiera siendo HOGAR, a pesar de las situaciones tan extremas que ha provocado la pandemia.
Rosa nos ha ayudado a ello con su legado, ha tenido impacto en muchas y muchas personas, que es lo que ella quiso cuando hizo el legado a favor de Matia Fundazioa.